miércoles, 7 de marzo de 2012

Milnovecientos diéz y siete el año del hambre.

En mil novecientos diéz y siete, el país estuvo en la situación más cruda y difícil en toda la Republíca el hambre se enseñoró ,el pueblo moría practicamente de inanición, como siempre los niños junto con los ancianos eran los más vulnerables pero ni que decir de las mujeres embarazadas, las personas buscaban comida donde se pudiera , tanto en el campo como en la ciudad y si no se comián su suciedad era porque ni eso tenían.


Remigio como siempre viviendo su asaroza vida , siempre fué delgado pero en ese entonces parecía una calaquita vestida de ferrocarrilero, su piel lucía apagada,reseca, solamente sus vibarachos ojos brillaban por las ganas enormes de vivir.

En esa ocasión sucedió lo que ya era una constante en su vida, saltó del tren antes de que este se volcara, la balacera, todos tratando de salvar sus vidas, él no fué la esepción corrió por su vida como alma que se lleva él diablo internandose en la montaráz selva espesa,enredosa, cuando las piernas no lo sostuvieron más solo se dejo caer entre las plantas humedas que quizás en otras condiciones admiraria es paraiso,los ruidos naturales del anochecer, cuando las bestias y las alimañas salen de sus cubiles para alimentarse no lo intimidaron se había enfrentado tantas veces con la muerte que se sentía acostumbrado a ella.

Ya entrada la mañana del día siguiente lo encontró profundamente dormido seguramente por la devilidad y el cansancio. El sofocante calor, la luz del sol brillante colandose en finos rayos movedizos entre el domo de ramas y hojas lo sacaron de su ensoñación, él estaba ante ricos manjares junto con su familia, veián con ojos azorados una enorme mesa repleta de platillos en cazuelas que derramaban sus contenidos, cuando se dirigian a servirse un rujido lo sacó a su cruda realidad, primero no supo que era lo que había escuchado pero eun dolor agudo le pinchó el vientre protestando por la falta de alimento, sentía como si una daga lo taseajara por dentro rompiendo en pedazos sus entrañas, su estomago se devoraba así mismo, poniendo sus manos entre cruzadas sobre el apretó con todas sus menguadas fuerzas trando de aguantar, retorciendose de dolor, sudando y gritando, por si fuera poco esta tortura la sed se sumó a ella, con los resecos labios musitó una oración poco después se desmayó...

Cuando se recuperó el día estaba en el zenit, el calor junto con la humedad le hicieron pensar que se encontraba en el infierno, claro que distaba mucho de como él de niño se lo había imaginado, este era verde en todas sus tonalidades, la sed le provocó alucinasiones, ante sus ojos pequeños niños con ojos pícaros riendose burlones baciaban ollas de agua transparente que éscapaba entre sus dedos sin jamás poderla llevarla a su boca, nuevamente lo atacaron los dolores de estómago acompañado de convulciones así tambien de calmbres que retorcian su esqueletica humanidad como una charamusca dejandolo exsausto,agotado, fué después de uno de estos ataques con su oreja pegada al suelo que le pareció escuchar algo, al principio crelló era una nueva alucinasión pero la persistencia del sonido así como la esperanza le confirmaron que era verdadero guiado por lo que su oído le dictaba arrastándose localizó un escurrimiento entree las raíces de un gigante de esa selva, sin pensarlo pegó su boca a la tierra asorbiendo con todas sus fuerzas esa bendita agua,eata se relbolvió con tierra y sangre de sus reventados labios.

Durmió mucho despertando unicamente para tomar el vital liquído del que no se quería separar, cuando se sintió un poco más fuerte el martirio del hambre nuevamente apareció, después de uno de estos ataques la rabia se apodero de su corazón, se infiltró en todo su ser saliendo de su garganta un gritó de fiera acorralada a punto de morir, un sonido gutural e imperceptible que amenazaba con ahogarlo lo empujó a correr sin rumbo,sin conciencia golpeándose, cayendo y levantando para seguir con su ruda carrera sin meta; solo se detuvo cuando sus rodillas se doblaron y su boca lanzó un espantoso aullido acallando los ruidos naturales de la selva,entre jadeos comenzó a blasfemar contra Dios, la virgen Maria reclamándoles su abandono, les recordó que el siempre rezaba, comulgaba con hojas de malva si no podía aserlo con ostias, repentinamante su odio y rencor encontraron blanco en su padre don Manuel le desseó con toda el alma que se muriera, se fuera al infierno y aí se pudriera poco apoco, llegaran los diablos a lancearlo por todo el cuerpo, le echaran aceite hirviendo, se quemara en las llamas por toda la eternidad. Se regodeó imaginando mil torturas para que pagara por averlos abandonado, todo castigo le pareció poco, cuando se hubo desahogado se sintió tranquilo como nunca antes desde hacia mucho tiempo pensó que su hora había llegado, se tendió en el suelo a esperar, pensó en que nadie encontraria su cadaver diseminado en la selva por las fieras y los carroñeros. Su mamá no sabría del él pero de seguro como siempre estaria orando, un sopor lo invadío envolbiendo sus pensamientos entre brumas, cerrando los ojos sintió como su cuerpo se aflojaba pareciendo que flotara...

De pronto algo lo golpeó en pleno rostro,instintibamente se llevó las manos ala cara pensando que un animal se había caído de una rama tocó el objeto, no lo pudo identificar al principio,cuando lo hizo no lo podía creer en sus manos tenia ni mas ni menos que un platano renegrido, seco y mieloso, con un aroma concentrado y dulce, ni tardo ni peresozo empezó a pelarlo pero no pudoasí que lo apretó para sacar el contenido por experiencias anteriores sabía que se lo tenía que comer en pequeñisimos bocados muy lentamente ensalibándolos mucho antes de que pasaran a su estomago, cuando estaba por terminarlo ¡sorpresa! otro platano cayó del cielo él repitó la operación, al terminar otro platano cayó ante su asombro, cuando hubo terminado se estiró como gato y durmió en santa paz.

A la siguiente mañana encontró la respuesta a la incognita de lo acontesido la noche anterior, se encontraba al pie de un gigantesco platanal tan enorme que su copa se perdía en el dosel intrincado de la selva, ambicioso busco una rama fuerte y gruesa con ella golpeó el enorme tronco

varias veces pero no cayó nada, cuando se desilucionó sin esperanza busco algún escurrimiento que le proporcionara agua afortunadamente lo encontró no muy lejos del platanal, ala mañana siguiente regresó a el ; como en ofrenda para su alegría tres platanos iguales al los del día anterior negros, mielosos,seguramente desecados por el sol convertidos en manjar exquicito, este fue su sustento por varios días hasta que sus tripas resintieron la dieta, empesaron los retortijones, la dierrea.

Ese día no fue por su ración de platanos por lo mal que se sentiá se quedo recostado, debíl, todo el día se mantuvo en el sopor de la fiebre, el calor, la deshidratación asían estragos en su devíl humanidad, perdió la esperanza de salir con vida del trance y hasta le pareció que sería lo mejorque le podría pasar, seguramente vendría el descanso la tranquilidad no estaba seguro de ir al cielo pero al final lo esperaba el paraíso, su cuerpo estaba protgido por las grandes raices le parecio que no era tan mal lugar para morir, solo le pidió a Dios que las fieras no desmembraran su cuerpo, recordó la vibora enredada en su cintura con el pago en monedas de oro que guardaba para su mamá, imagino su calaquita adornada por ella, no pudo evitar sonrreir, entre abrió los ojos levantando los pesados parpados, se relamió los resecos labios pero la reseca salíba no se despegaba de su lengua inflamada y rasposa como lija.

Abrió los ojos queriendo sentir sus últimas lagrimas humedecer su rostro, gesto totalmente inútil. sus cuentas girarón sin control, de repente algo las detuvo, fué un brillo entre la abigarrada vegetación, esforzó su vista escuadriñando el paisaje, pensó en las vestias que venián por él, a su pesar sintió miedo, un escalofrió recorrió su espalda, en un rapto de valor quiso ver cara a cara a el enemigo, entre los verdes azulosos de las hojas y elechos dos pares de ojos brillantes lo miraban fijamente, las hojas se separaron con lentitud dejando ver dos blancas, sonrisas enmarcadas por unos rostros oscuros como la noche próxima a llegar, a pesar de la devilidad sintio alivio al verlos, era dos niñitos, se le acercaron con confianza sin dejar de sonrreir, hablaron entre ellos en un dialecto nunca escuchado por él con ramas largas y lianas rapidamente hicieron una pariguela, con girones de su vestimenta lo amarraron precariamente a ella y entre los dos empesaron a jalar de ella, Remigio se dejo aser todo lo que ellos dispusieron confiando totalmente, al mirar la huella que como estela dejaba su improvisada camilla con la punta de las ramas imaginó que rean los rieles que lo regrsaban a casa.